jueves, 29 de enero de 2009

CUANDO LA MISERIA ES MÁS GRANDE QUE EL HAMBRE

Por : Victoria La Cruz Garcés
Fecha : 10/09/07

El fin de semana último pudimos ser testigos de la burda maniobra ollantista que al no lograr sus objetivos de desfigurar al APRA y su gobierno; intenta por todos los medios desacreditarlo, aunque para ello tenga que mentir, reiterada y descaradamente.
El sábado 01 de setiembre un grupo de compañeros estuvimos visitando San Isidro chico en Cañete y observamos al llegar, la presencia de los congresistas humalistas Meckler y Abuggatás con un grupo de sujetos que vestían polos rojos con la inscripción “Plan Perú” pero lo absurdamente notable era que bajaban de sus lujosas 4 x 4 botellas de gaseosas Isaac Cola que, frente a nuestro asombro empezaron a repartir en vasitos en un acto de franca burla por la pobreza y necesidad de este poblado; lo ridículo del acto toma el esperado matiz político cuando a renglón seguido, bajan también sus lujosas cámaras de filmación, para posar, cual adorno en medio de la destrucción; y se encumbran finalmente en escala patética, cuando hacen su ingreso investigador a las chozitas, para preguntar a sus habitantes con inocultable morbo, si les ha llegado ayuda del gobierno? Esperando por supuesto, la negativa por respuesta, para que puedan merecer el ansiado e “importante” vasito de Isaac Cola; pero para su pesar, encontraron en su camino de odio y frustración un grupo de Apristas sencillos, sin polos ni parafernalia publicitaria, ni fotos, ni nada pomposo; trabajando para compartir con humildad: alimento, ropa y fruta con aquellos pobladores que con rapidez y fruición, dieron cuenta de las ayudas, que en un sencillo taxi les hicimos llegar. Así pues, queda claro que su tan cacareada sensibilidad social, no es más que una máscara para la venta política; al igual que su identificación con los pobres; tan falsa como su moral. El hambre, la pobreza y el dolor son el alimento de su ponzoña clasista por lo que no deben combatirlos sino por el contrario mantenerlas; así, su enconada entraña se dará por satisfecha y su repertorio thanático calmará sus ansias.
Cierto es, que la miseria es la expresión de un rango existencial que no alcanza la estatura digna de la vida pero si se grafica a partir del vulgar sometimiento a lo instintual y hedonista y éste es el recodo que les queda, el espacio del antivalor y la mezquindad, del aprovechamiento y la mentira, del teleologismo barato y fascista donde ni la verdad ni la moral radican, donde el escarnio es un valor y la deyección su hábitat; por ello, aquilatando el golpe de haber sido descubiertos en su más repugnante miseria y derrotados ante el pueblo; no les quedó más que irse con el rabo entre las piernas, para tramar en la oscuridad, su siguiente aleteo y retornaron luego de varias horas con el pirata mayor (su jefe Ollanta) para ofrecer verbalmente traer casas prefabricadas de madera a ver si así lograban restaurar la confianza del atribulado vecindario. El mensaje quedó el pueblo entendió y Ollanta empezó su muerte.

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