jueves, 29 de enero de 2009

¿PAGAR O NO PAGAR? - EL DILEMA DE LA EDUCACIÓN MODERNA

Por : Victoria La Cruz Garcés
Fecha : 30/06/08

Cuando en el Perú se habla de pagar siempre es un tema de difícil consenso; más aún cuando se pone en riesgo la “gratitud” de la enseñanza, en este caso, de nivel superior. El proyecto de ley presentado por Martha Hildebrandt, si bien toca una parte medular del escenario educativo nacional; es necesario decir, que lo aborda por uno de las aristas más frágiles. Este proyecto, basado en el Art. 17º de la Constitución, que señala que las universidades públicas garantizan educación gratuita a los alumnos que mantengan un rendimiento satisfactorio y no cuenten con los recursos económicos para cubrir los gastos, es en realidad un proyecto con espíritu de justicia que procura acercarnos a un punto de equilibrio, entre lo que necesitamos y lo que merecemos y es en éste vértice donde quisiera detenerme a examinar algunos aspectos.
Si bien un porcentaje significativo de estudiantes universitarios son receptores de educación gratuita; esta condición no es por causa ni de su insolvencia ni de su alto rendimiento. Igualmente debemos reconocer que un alto porcentaje de estudiantes universitarios de las instituciones públicas más competitivas, no corresponde al segmento económico, necesariamente más deprimido; en consecuencia no hay una relación intrínseca exclusiva, ni interdependiente, entre insolvencia y gratuidad; por consiguiente, una de las condiciones requeridas por el Art. 17 de la Constitución Política del Perú efectivamente no se cumple. De Otro lado es absolutamente conocido el hecho de que las aulas universitarias, siguen albergando estudiantes, cuyo rendimiento no es precisamente satisfactorio, con lo cual para el caso de las universidades públicas; tampoco se cumplen; como otras muchas; por lo que la propuesta respecto al pago de estudiantes de escuelas privadas; es sumamente frágil; si recordamos que muchos de nuestros compatriotas son expertos en estrategias “saca vuelteros”, los estudiantes serán trasladados a escuelas públicas en el último año o los padres presentaran constancias de pago muy ventajosamente “arregladas”, con lo cual terminaríamos en un escenario falso, tal como ocurre en comedores o vasos de leche que tienen algunos usuarios que son “falsos pobres”.
Ello no obstante; es necesario tomar decisiones; para lo cual proponemos las siguientes consideraciones:
1. Modernizar la educación implica hacerla competitiva, ágil y transparente y no cargada de normas inaplicables que son, más un lastre que una ayuda. No se necesita legislar para que paguen los alumnos; ésta es ya una facultad de las universidades que abdican de este derecho por pusilanimidad, miedo o incompetencia.
2. Modernizar implica también desarrollar una cultura de calidad; lo que incluye cultura de la información, estandarización y de la evaluación permanente, teniendo allí, elementos de consideración como el nivel de rendimiento del estudiante, con lo cual podría establecer rangos en el pago, para aquellos que están por debajo del límite esperando; pero estos son detalles de la organización normativa que las universidades puedan y deben definir.
3. Modernizar la educación implica también avanzar con las exigencias que el mundo plantea; lo cual nos obliga a ser prospectivos y consecuentes en el cumplimiento de nuestros propósitos y para ello la Universidad debe tomar decisiones definiendo adecuadamente los 5 “p” de las estrategias; plan, pauta de acción, patrón, posición y perspectiva; con lo cual tendríamos más universidades competitivas y menos abarrotamientos de algunas.
4. No se trata de castigar al solvente, sino de garantizar que el pobre que además quiere estudiar, tenga la oportunidad de hacerlo; sean provenientes de escuela pública o privada; debe ser la condición universitaria posible de evaluación, y no la condición escolar, la que se mida.
No es una regla general que todos los egresados de la escuela privada sean solventes, no es lo mismo pagar 1,000 dólares que pagar 50 soles y no se debe castigar al que siendo pobre valora la educación de sus hijos a veces de manera sacrificada; por ello es necesario darle el tratamiento económico, desde la universidad para lo cual se debe legislar dándole a ella ya no sólo la facultad sino; la obligación; pues ella tiene el tiempo, la organización, la necesidad y los agentes para monitorear los casos de excepción.
La educación moderna exige crecimiento, evolución y sacrificio, la investigación requiere recursos y es necesario fortalecer la investigación, necesitamos potenciar las inteligencias y hacerlos geniales como TANIGUCHI; creo que la tesis de Michael Gelb y el aprendizaje acelerado, así como el pensamiento creativo; son las herramientas del éxito del futuro; pero estas sólo serán empleadas, en la medida en que seamos capaces de desprendimientos y de concesiones sin mezquindad; avanzaremos sólo si estamos comprometidos con el futuro y eso pasa por meter la mano al bolsillo y acabar con los mitos que nos aclaman al pasado y al estancamiento. Los pobres esperan mucho de ellos merecen. Los que podemos pagar, paguemos, salvo aquellos cuya producción superior (sea solvente o no) merezca estímulos especiales.
La universidad tiene la palabra.

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